ANTE LA ACTUAL SITUACIÓN
ECONÓMICA EN ARGENTINA
Diversas teorías y soluciones se
han presentado en los medios durante las últimas horas. El periodista Enrique
Lacolla habla de un intento de un golpe de estado[1].
Por su parte el sociólogo Atilio Borón ha iniciado un debate acerca de la
necesidad de la reforma tributaria integral y la nacionalización (modernizada)
del comercio exterior[2].
La verdad es que nada de lo que
se pueda debatir en esta realidad Argentina sobra. Aunque por momentos
pareciera un diálogo de sordos, ya que nadie quiere escuchar el argumento del
otro y cada postura desacredita o apoya los dichos de los demás según su
posicionamiento respecto al gobierno. De este modo generamos discusiones, muy
apasionadas, pero ninguna solución.
Esta administración, ha cometido
muchos errores pero también innumerables aciertos. Tal vez el mayor yerro sea
el pensar que era inagotable y en la Argentina, todo proyecto político tiene
fecha de vencimiento. Sobre todo cuando no se fue capaz de construir una nueva
fuerza, sin historias trágicas y elementos provenientes de una política marcada
por derroteros diversos. Ya lo hemos dicho, pero también es cierto que debe ser
repetido: con la misma estructura corrupta de un Partido Justicialista que
entregó el país al Consenso de Washington y a las multinacionales imperialistas
y sus gerentes nacionales, mal se puede intentar un cambio.
Ese es el problema madre de esta
administración. No ha intentado modificar un modelo capitalista que es, por
definición, corrupto y que tiene como fundamento el considerar que sólo una
parte de la sociedad – la que ellos denominan “buena” – tiene derecho a
participar de las bondades del modelo.
Este gobierno no supo cambiar el
modelo, pero ello no fue obstáculo para ser profundamente aborrecido por
aquellos que gerencian el capitalismo
nacional. Este imperialismo no ha soportado muchas cosas, en primer lugar que
sea una mujer quien ejerza el poder; tampoco que se haya hecho justicia con
aquellos que durante la dictadura asesinaron, torturaron, robaron niños, etc.; y
mucho menos aceptar que los trabajadores incrementen su participación en la
riqueza nacional.
Estas son políticas que durante
los últimos diez años han sido positivas. Pero siendo esto así, no ha sabido el
gobierno, hacer una gestión sin corrupción. Esto es muy grave, no sólo por la
gravedad misma del delito de enriquecerse a costas del Estado, sino porque abre
una ventana al ataque de la oposición.
El ataque especulativo de las
últimas semanas, creemos, tiene dos responsables; por un lado una oligarquía
que ha encontrado en lo económico el flanco más débil del gobierno para
dominarlo, y por otro un gobierno que no sabe qué hacer con el mercado
cambiario. Y no lo sabe desde hace mucho tiempo. No lo supo arreglar cuando se
les fugaban por años miles de millones de dólares y tampoco cuando quiso
controlar esa fuga.
Lo que sí sabemos es quien ganas
más y quien pierde más
según sea el triunfador en esta batalla. Si ganan los
que quieren destruir las reservas en divisas de la Nación, ganan las diez
empresas agroexportadoras que manejan el 95% del mercado externo de granos y
pierden todos aquellos que expulsados del sistema, apenas sobreviven – casi
indignamente – con lo poco que puede aportar el presupuesto social, que aunque
ha crecido exponencialmente sigue siendo
insuficiente. Si es el gobierno quien triunfa, los asalariados perdemos menos,
ya que no ganamos, porque seguirá vigente la política de discusión salarial y
la promoción del empleo por la obra pública. Y digo perdemos menos, porque al
no poder controlarse la inflación, perdemos todos los días un poco de nuestro
salario.
Dice el Papa Francisco en
Exhortación Evangelii Gaudium, citando a Pablo VI: “Hay que repetir que los más
favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor
liberalidad sus bienes al servicio de los demás”. Y agregamos, que si no lo
hicieren, es responsabilidad del Estado, como protector y guardián del bien
común, quien debe crear las herramientas para que esto suceda.
Estamos ante un intento
desestabilizador, nuevamente por parte de aquellos que poseen el poder
económico. Y no es gratuito, es fruto de las propias ineptitudes de aquellos
que nos gobiernan, que dormidos en los laureles de los triunfos electorales
soñaron que podían hacer lo que quisieran. El gobierno debe despertar y la
sociedad debe cuidar que esta desestabilización no crezca, porque hasta
aquellos que hoy no están de acuerdo con el gobierno sufrirán las consecuencias
de un nuevo colapso político generado desde el poder económico.
JORGE GERBALDO
04/02/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario