El monje benedictino Marcelo Barros y otras personalidades cristianas brasileñas han promovido este manifiesto a cuya firma estamos invitados también quienes sintamos como propios todos los asuntos de Brasil y de Latinoamérica entera. La adhesión se puede hacer en los comentarios, pero poniendo nombre completo y país de origen. La lista de firmantes a través de ATRIO se enviará a los promotores.
Somos hombres y mujeres, ministros, agentes de pastoral, teólogos, intelectuales y militantes sociales, miembros de diferentes Iglesias cristianas. Movidos por la fidelidad a la verdad, queremos declarar públicamente:
En estos días, circulan por internet y por la prensa manifestaciones de dirigentes cristianos que, en nombre de la fe, piden al pueblo que no vote a Dilma Rousseff con el pretexto de que ella sería favorable al aborto, al matrimonio gay y a otras medidas consideradas como «contrarias a la moral». La propia candidata negó la veracidad de estas afirmaciones y se reunió con líderes de las Iglesias en un positivo diálogo sobre el asunto. Pero, a pesar de esto, siguen difundiéndose dichos rumores y mentiras. Ante estas posturas autoritarias y mentirosas, disfrazadas bajo el pretexto de querer defender la doctrina en materia de fe y costumbres, nos sentimos obligados a actualizar la palabra de Jesús, afirmando ahora ante todo Brasil: «Si nos calláramos, gritarían hasta las piedras!» (Lc 19, 40).
No aceptamos que se use la fe para condenar ninguna candidatura. Hacemos esta declaración como cristianos, ligando nuestra fe a la vida concreta, a partir de un análisis social y político de la realidad, y no solamente por motivos religiosos o doctrinales. En nombre de nuestro compromiso con el pueblo brasilero, queremos hacer público nuestro voto a favor de Dilma Rousseff y las razones que nos llevan a tomar esta actitud:
- Consideramos que, para el proyecto de un Brasil más justo, más igualitario y de mayor respeto al planeta Tierra, la elección de Dilma para Presidenta de la República representará un paso mayor que la eventual victoria de aquel que, según nuestro análisis, haría retroceder varias conquistas populares y los logros concretos socioculturales, económicos y ecológicos que se ponen de manifiesto en la mejoría de la vida de la población brasileña.
- Creemos que el proyecto divino para este mundo fue anunciado a través de las palabras y acciones de Jesucristo. Este proyecto no se agota en ningún régimen de gobierno y no se reduce únicamente a una mejor organización social y política de la sociedad. Pero, cuando rezamos «venga a nosotros tu reino», creemos que el reino vendrá no solamente a los corazones y con carácter espiritualista, sino principalmente por medio de la transformación de las estructuras sociales y políticas de este mundo.
- Sabemos que las grandes transformaciones de la sociedad se darán principalmente a través de las conquistas sociales y ambientales, realizadas por el pueblo organizado y no solamente por el beneplácito de un gobernante más abierto/a o más sensible al pueblo. Sin embargo, por experiencia, constatamos que no es lo mismo tener en el gobierno a una persona que respete los movimientos populares y dialogue con los segmentos más pobres de la sociedad, que tener a alguien que ante una manifestación popular mande a la policía reprimir. En este sentido, tanto en el Gobierno Federal, como en los Estados, las gestiones tucanas se han caracterizado siempre por la arrogancia de su apego a las políticas neoliberales y por la insensibilidad hacia los grandes problemas sociales del pueblo más empobrecido.
- Lo que importa no es si tal candidato/a es o no cristiano/a. Como Jesús, creemos que lo importante no es tanto decir «Señor, Señor», sino realizar la voluntad de Dios, o sea, el proyecto divino. Esperamos que Dilma continúe la feliz política exterior del presidente Lula, principalmente el proyecto de nuestra fundamental integración con los países hermanos de América Latina y la solidaridad con los países africanos, con los cuales Brasil tiene una gran deuda moral y una larga historia en común. La integración con los movimientos populares emergentes en varios países del continente nos llevará a dar nuevos y decisivos pasos de justicia, igualdad social y a cuidar la naturaleza en todas sus dimensiones. Entendemos que un país con desarrollo y sostenibilidad, como defiende Marina Silva, sólo puede ser construido rescatando ya la enorme deuda social con el pueblo más empobrecido. Dilma Rousseff representa este proyecto, iniciado en los ocho años de mandato del presidente Lula. Esto es lo que está en juego en esta segunda vuelta de las elecciones 2010.
En estos días, circulan por internet y por la prensa manifestaciones de dirigentes cristianos que, en nombre de la fe, piden al pueblo que no vote a Dilma Rousseff con el pretexto de que ella sería favorable al aborto, al matrimonio gay y a otras medidas consideradas como «contrarias a la moral». La propia candidata negó la veracidad de estas afirmaciones y se reunió con líderes de las Iglesias en un positivo diálogo sobre el asunto. Pero, a pesar de esto, siguen difundiéndose dichos rumores y mentiras. Ante estas posturas autoritarias y mentirosas, disfrazadas bajo el pretexto de querer defender la doctrina en materia de fe y costumbres, nos sentimos obligados a actualizar la palabra de Jesús, afirmando ahora ante todo Brasil: «Si nos calláramos, gritarían hasta las piedras!» (Lc 19, 40).
No aceptamos que se use la fe para condenar ninguna candidatura. Hacemos esta declaración como cristianos, ligando nuestra fe a la vida concreta, a partir de un análisis social y político de la realidad, y no solamente por motivos religiosos o doctrinales. En nombre de nuestro compromiso con el pueblo brasilero, queremos hacer público nuestro voto a favor de Dilma Rousseff y las razones que nos llevan a tomar esta actitud:
- Consideramos que, para el proyecto de un Brasil más justo, más igualitario y de mayor respeto al planeta Tierra, la elección de Dilma para Presidenta de la República representará un paso mayor que la eventual victoria de aquel que, según nuestro análisis, haría retroceder varias conquistas populares y los logros concretos socioculturales, económicos y ecológicos que se ponen de manifiesto en la mejoría de la vida de la población brasileña.
- Creemos que el proyecto divino para este mundo fue anunciado a través de las palabras y acciones de Jesucristo. Este proyecto no se agota en ningún régimen de gobierno y no se reduce únicamente a una mejor organización social y política de la sociedad. Pero, cuando rezamos «venga a nosotros tu reino», creemos que el reino vendrá no solamente a los corazones y con carácter espiritualista, sino principalmente por medio de la transformación de las estructuras sociales y políticas de este mundo.
- Sabemos que las grandes transformaciones de la sociedad se darán principalmente a través de las conquistas sociales y ambientales, realizadas por el pueblo organizado y no solamente por el beneplácito de un gobernante más abierto/a o más sensible al pueblo. Sin embargo, por experiencia, constatamos que no es lo mismo tener en el gobierno a una persona que respete los movimientos populares y dialogue con los segmentos más pobres de la sociedad, que tener a alguien que ante una manifestación popular mande a la policía reprimir. En este sentido, tanto en el Gobierno Federal, como en los Estados, las gestiones tucanas se han caracterizado siempre por la arrogancia de su apego a las políticas neoliberales y por la insensibilidad hacia los grandes problemas sociales del pueblo más empobrecido.
- Lo que importa no es si tal candidato/a es o no cristiano/a. Como Jesús, creemos que lo importante no es tanto decir «Señor, Señor», sino realizar la voluntad de Dios, o sea, el proyecto divino. Esperamos que Dilma continúe la feliz política exterior del presidente Lula, principalmente el proyecto de nuestra fundamental integración con los países hermanos de América Latina y la solidaridad con los países africanos, con los cuales Brasil tiene una gran deuda moral y una larga historia en común. La integración con los movimientos populares emergentes en varios países del continente nos llevará a dar nuevos y decisivos pasos de justicia, igualdad social y a cuidar la naturaleza en todas sus dimensiones. Entendemos que un país con desarrollo y sostenibilidad, como defiende Marina Silva, sólo puede ser construido rescatando ya la enorme deuda social con el pueblo más empobrecido. Dilma Rousseff representa este proyecto, iniciado en los ocho años de mandato del presidente Lula. Esto es lo que está en juego en esta segunda vuelta de las elecciones 2010.
Fuente: Reflexion y Liberacion
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