La presidenta argentina Cristina Fernández, asumió el último 10 de diciembre, luego de una de las victorias electorales más importante de la historia. El 54,11% de los votos marca el altísimo grado de apoyo a la gestión.
Pero empecemos a aclarar. Sin dudas ese nivel de popularidad surge a partir del 2010, ya que luego del extenso conflicto con la patronal agropecuaria del 2008, por el tema de las retenciones móviles a las exportaciones de granos, en las elecciones legislativas (de medio término las llaman algunos parafraseando la terminología estadounidense), su gobierno estuvo muy golpeado al perder la mayoría en el parlamento.
Aciertos y valores de gestión fueron los elementos considerados por la gente. La reactivación de la economía llevada adelante por la administración de su marido desde el 2003, estuvo en la consideración positiva del electorado. A esto debemos sumarle una oposición sin proyecto, sin propuestas, que el único atisbo de plantearse como alternativa, fue reunirse todos para desbancar al oficialismo de la conducción de la legislatura.
El fallecimiento de su esposo le dio, además, un fuerte envión. El imaginario popular le otorga un valor especial a la viudez y la sensación de desamparo que ello genera. A esto debe sumarse que en general el muerto es recordado siempre con más caridad que cuando estaba vivo (se intenta ver lo bueno y no lo malo del fallecido). La muerte de Néstor ha creado sin dudas, un nuevo liderazgo mítico en la Argentina , similar a otros ya existentes: Carlos Gardel, es “Carlitos”; Juan Domingo Perón, es “el General”; ahora Néstor Kirchner es entronizado por el discurso presidencial como “Él”. Hasta la jura del nuevo mandato fue por “Él”.
En este contexto político, generado por elecciones que ni se soñaban un año antes, la Presidenta comenzó su mandato, en términos de gestión, la semana posterior al escrutinio.
Se comenzó con una etapa bastante complicada de lucha con la fuga sistemática de capitales. Creemos que las medidas no fueron las más realistas para terminar con ese flagelo, sin embargo manifiestan preocupación por un problema que afecta a nuestro país desde tiempos de la dictadura de Onganía, que a través de su ministro Krieger Vasena, garantizó a las empresas transnacionales la posibilidad de transferencia de remesas ilimitadas a sus casas matrices.
Además, inició el proceso de “de - subsidiar” a la economía. Fruto de las necesidades generadas por los coletazos de la crisis del 2001, el Estado se vio en la obligación de subsidiar a gran parte de la economía para generar el fundamento necesario de un despegue al crecimiento. El problema hoy, en que la economía se encuentra estabilizada aunque en un contexto inflacionario permanente, es que para la sociedad tiene más visos de “tarifazo” que de sinceramiento de los precios de bienes de consumo y servicios.
Otro tema que la presidente tomo en sus manos fue el enfrentamiento con Moyano, Secretario General de la central sindical (CGT) quien tal vez sea el único capaz de liderar un proyecto alternativo al del kirchnerismo con posibilidades de crear un espacio político que reuniría una parte de la vertiente peronista del proyecto oficial. Para este contrapunto, CFK utilizó una frase, que en boca de cualquier otra, hubiera sido “facturada” como “gorila”. “El derecho de huelga, no es derecho de extorsión”. Esta frase, en boca de cualquier otro, hubiera sido considerada y condenada como “gorila”. Sobre todo si se contextualiza a un par de días de una participación activa de la presidenta en el foro de la Unión Industrial , lo que la ubicó en mayor cercanía de los empresarios que de los trabajadores.
Sin dudas esta administración tuvo el valor de rescatar el salario del trabajador como elemento estabilizador del crecimiento económico. Junto con el auge de las exportaciones agroalimentarias basada en la entrada al mercado internacional de China e India.
Pero no es menos cierto, que, como planteara Hugo Moyano en su discurso del día del trabajador camionero, hubo por un lado un vaciamiento de la estructura orgánica del peronismo (PJ), además de algunos reclamos propios e históricos del sindicalismo peronista.
No obstante ello, el mayor déficit de esta administración, (recordando que utilizamos éste término para englobar tanto a la presidencia de Néstor Kirchner como a las dos de Cristina Fernández) no pasa centralmente por estos reclamos.
Hay temas centrales en lo económico que aún exigen una consideración. Uno de ellos es una ley de Entidades Financieras que las pongan al servicio del desarrollo económico alcanzado por el país en su conjunto. Otro, es sin dudas la necesidad de grabar las transacciones bursátiles y financieras en su conjunto, ya que hoy un trabajador paga impuesto a las ganancias por su sueldo y quien “juega” millones en la bolsa no tributa ni un centavo. A esto debemos sumarles los problemas a futuro que traerán los proyectos de minería a cielo abierto en la zona cordillerana, cuyo daño ambiental es devastador además de no pagar ninguna retención la exportación de los minerales extraídos.
En lo político, a pesar del incipiente desarrollo de los primeros años de una construcción alternativa, hubo una segunda etapa caracterizada por un apoyo institucional en el aparato peronista, especialmente en la provincia de Buenos Aires. De ello se valió Néstor Kirchner para recuperar espacios políticos en el 2007. Sin embargo, pareciera ser que luego de su muerte, Cristina Fernández modificó esa situación y su apoyatura política recae en lo que se conoce como “tropa propia” para desarrollar su gobierno.
Es así que comienza una nueva etapa, a partir de 2010, que podría denominarse de “deconstrucción” del peronismo, realizando un paralelismo con los filósofos pos modernos y su nueva forma de ver el mundo.
Pero eso, me parece, es “harina de otro costal” que será mejor analizar después.
Córdoba, 14 de enero de 2012
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