El día martes 3 y miércoles
4 de Diciembre de este año, hace apenas unos pocos días, la ciudad de Córdoba
ha vivido el horror de haber quedado sin ninguna protección en un contexto de atracos
organizados, contra locales comerciales, que terminaron con el temor
generalizado, fruto de la “retirada” que realizó la policía provincial de sus
funciones otorgadas por la sociedad para su protección.
Una policía provincial
cuestionada por su vinculación en los altos mandos con el narcotráfico, decidió
auto acuartelarse por una reivindicación salarial. Esta situación posibilitó
que la sociedad se quedara en manos de grupos que realizaron desmanes y atracos
por toda la ciudad, haciendo imperar el miedo y la preocupación en todos los
barrios de la capital.
En mi más íntima impresión,
creo que esta situación fue organizada por la misma policía, a través de una
estructura corrupta, en donde mantienen en activo bandas a las que hacen robar
(según lo denunciado por los organizadores de la “marcha de la gorra”), además
de sus vínculos con las bandas narcos que se han adueñado de nuestra ciudad.
Pero la cuestión que me
tiene desvelado en estos días es de dónde surge esta “mano de obra” para este
día horroroso que hemos tenido que vivir. ¿Qué hace que a una simple
convocatoria por redes sociales y grupos de mensajes de celular movilice esa
cantidad de jóvenes para llenar la ciudad de vándalos?
Nos han enseñado que en
esta posmodernidad globalizada y capitalista, conceptos desarrollados por la
historia del pensamiento han dejado de tener vigencia. De golpe y por decreto
del Consenso de Washington los oprimidos han sido incorporados al capitalismo y
ya no sufren más. Es por ello que la lucha de clases, en donde los opresores,
sin misericordia, estrujan la plusvalía de los que sufren la opresión y estos
intentan luchar por su dignidad, son conceptos arcaicos que sólo viven en
mentes enfermas que no ven las bondades del progreso ilimitado y lo lindo que
se vive en sociedades en donde la “libertad para algunos” es el modelo ha
seguir.
Pero la vida nos enseña que
no es así. Del mismo modo que la lucha de los oprimidos sigue vigente, también
es actual la realidad del lumpen proletariado, que ya Marx a mediados del siglo
XIX caracterizaba como “desclazados” y que podemos llamar junto al papa
Francisco como los “descartables”; aquellos que el sistema ha expulsado sin
ningún tipo de compasión, que viven el dolor de la marginalidad y a los cuales
nuestras sociedades de la opulencia mantienen ocultas y que se visibilizan en
ocasión de este tipo de sucesos en donde políticos corruptos y los poderes
económicos les dan “vía libre” en algunas oportunidades para hacernos entender
que sólo ellos pueden tenerlos “controlados”.
Y esta democracia nuestra,
que con tanto dolor y sufrimiento alcanzó nuestra sociedad, no ha sabido, en 30
años, dar respuesta de dignidad a aquellos que sufren. Porque el problema
central es que amplios sectores de nuestra sociedad sufre. Sufre el desamparo
de un sistema que no ha dado educación, trabajo, contención, sino que son
utilizados en su dolor, para tenerlos como estructura clientelar de una
política deshumanizada o mano de obra y fuerza de choque en sus luchas
intestinas por más poder, a veces dentro de los partidos políticos y otras en
los enfrentamientos entre poder económico y poder político.
La desgracia neoliberal que
nuestra Patria vivió durante 10 años, ha dejado fuera de la sociedad a un
sector completo de nuestros hermanos, que no pueden alcanzar niveles mínimos de
dignidad, con una destrucción sistemática de la cultura del trabajo (elemento
fundante de la dignidad humana) y que hoy vemos en los hijos del hambre y la marginalidad. No
existe, para grandes grupos sociales, la expectativa de crecimiento social,
pero son visibilizados con cara de “peligrosos”, cuando no son más que el fruto
natural de nuestras propias decisiones políticas, que como sociedad hemos
avalado e irresponsablemente nunca supimos modificar.
¿Esto agota el análisis?
Sin ninguna duda, no. Sobre todo cuando los sucesos son tan recientes.
Seguramente en los próximos días seguiremos considerando a los sucesos tan
terribles que hemos vivido. Sólo espero que no tengamos que tratar sobre nuevos
hechos de este tipo, como amenazan los responsables de lo sucedido.
JORGE GERBALDO
10/12/2013
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