martes, 4 de febrero de 2014

ANTE LA ACTUAL SITUACIÓN ECONÓMICA EN ARGENTINA

ANTE LA ACTUAL SITUACIÓN ECONÓMICA EN ARGENTINA

En estos últimos días, la situación económica en Argentina, ha sufrido un embate muy cruel  de aquellos sectores que desde hace más de 10 años no se sienten cómodos con una serie de decisiones tomadas por esta administración nacional.
Diversas teorías y soluciones se han presentado en los medios durante las últimas horas. El periodista Enrique Lacolla habla de un intento de un golpe de estado[1]. Por su parte el sociólogo Atilio Borón ha iniciado un debate acerca de la necesidad de la reforma tributaria integral y la nacionalización (modernizada) del comercio exterior[2].
La verdad es que nada de lo que se pueda debatir en esta realidad Argentina sobra. Aunque por momentos pareciera un diálogo de sordos, ya que nadie quiere escuchar el argumento del otro y cada postura desacredita o apoya los dichos de los demás según su posicionamiento respecto al gobierno. De este modo generamos discusiones, muy apasionadas, pero ninguna solución.
Esta administración, ha cometido muchos errores pero también innumerables aciertos. Tal vez el mayor yerro sea el pensar que era inagotable y en la Argentina, todo proyecto político tiene fecha de vencimiento. Sobre todo cuando no se fue capaz de construir una nueva fuerza, sin historias trágicas y elementos provenientes de una política marcada por derroteros diversos. Ya lo hemos dicho, pero también es cierto que debe ser repetido: con la misma estructura corrupta de un Partido Justicialista que entregó el país al Consenso de Washington y a las multinacionales imperialistas y sus gerentes nacionales, mal se puede intentar un cambio.
Ese es el problema madre de esta administración. No ha intentado modificar un modelo capitalista que es, por definición, corrupto y que tiene como fundamento el considerar que sólo una parte de la sociedad – la que ellos denominan “buena” – tiene derecho a participar de las bondades del modelo.
Este gobierno no supo cambiar el modelo, pero ello no fue obstáculo para ser profundamente aborrecido por aquellos que gerencian  el capitalismo nacional. Este imperialismo no ha soportado muchas cosas, en primer lugar que sea una mujer quien ejerza el poder; tampoco que se haya hecho justicia con aquellos que durante la dictadura asesinaron, torturaron, robaron niños, etc.; y mucho menos aceptar que los trabajadores incrementen su participación en la riqueza nacional.
Estas son políticas que durante los últimos diez años han sido positivas. Pero siendo esto así, no ha sabido el gobierno, hacer una gestión sin corrupción. Esto es muy grave, no sólo por la gravedad misma del delito de enriquecerse a costas del Estado, sino porque abre una ventana al ataque de la oposición.
Esta oposición que no ha sabido, durante esta última década, qué hacer. Cuando lograron ser más que el oficialismo en la Cámara de Diputados de la Nación, soñaron con el proyecto unitario y se destruyeron en mil pedazos. Lo que pasa es que no entienden que no tiene sentido el soñar estar todos juntos, sino que algún opositor debe tener una propuesta distinta y superadora a la del gobierno para ser aceptable. Es sencillo oponerse a cada medida gubernamental, sin explicar qué se haría si tuviesen que tomar una decisión sobre cada tema. Aún peor es escuchar a aquellos que se animan a proponer algo, ya que es volver a hacer lo mismo que nos puso en esta situación. Porque debemos entender que no estamos como estamos fruto de una mano invisible que nos envió a este lugar, sino que la actual situación es aún fruto del reinado absoluto de los carteles capitalistas que sumieron al país en la miseria y la corrupción, del mismo modo que están haciendo hoy con los hermanos pobres de la Comunidad Europea.
El ataque especulativo de las últimas semanas, creemos, tiene dos responsables; por un lado una oligarquía que ha encontrado en lo económico el flanco más débil del gobierno para dominarlo, y por otro un gobierno que no sabe qué hacer con el mercado cambiario. Y no lo sabe desde hace mucho tiempo. No lo supo arreglar cuando se les fugaban por años miles de millones de dólares y tampoco cuando quiso controlar esa fuga.
Lo que sí sabemos es quien ganas más y quien pierde más
según sea el triunfador en esta batalla. Si ganan los que quieren destruir las reservas en divisas de la Nación, ganan las diez empresas agroexportadoras que manejan el 95% del mercado externo de granos y pierden todos aquellos que expulsados del sistema, apenas sobreviven – casi indignamente – con lo poco que puede aportar el presupuesto social, que aunque ha crecido exponencialmente  sigue siendo insuficiente. Si es el gobierno quien triunfa, los asalariados perdemos menos, ya que no ganamos, porque seguirá vigente la política de discusión salarial y la promoción del empleo por la obra pública. Y digo perdemos menos, porque al no poder controlarse la inflación, perdemos todos los días un poco de nuestro salario.
Dice el Papa Francisco en Exhortación Evangelii Gaudium, citando a Pablo VI: “Hay que repetir que los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás”. Y agregamos, que si no lo hicieren, es responsabilidad del Estado, como protector y guardián del bien común, quien debe crear las herramientas para que esto suceda.
Estamos ante un intento desestabilizador, nuevamente por parte de aquellos que poseen el poder económico. Y no es gratuito, es fruto de las propias ineptitudes de aquellos que nos gobiernan, que dormidos en los laureles de los triunfos electorales soñaron que podían hacer lo que quisieran. El gobierno debe despertar y la sociedad debe cuidar que esta desestabilización no crezca, porque hasta aquellos que hoy no están de acuerdo con el gobierno sufrirán las consecuencias de un nuevo colapso político generado desde el poder económico.

JORGE GERBALDO
04/02/2014

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